Los públicos del escritor

El escritor que piensa solo en escribir y pasa de la promoción también cree que solo tiene uno o dos públicos en los que impactar. Y es normal: hasta la aparición de las nuevas tecnologías de la información, un profesional de la escritura solo debía preocuparse de las editoriales y de sus lectores. En la mayoría de los casos, como mucho se ocupaban de contentar a un editor, y este, a través de una editorial, hacía lo necesario para impactar en el público objetivo del libro en cuestión.

Sin embargo, si estás leyendo esto sabes que eso es pasado. Lo peor de todo esto, no nos vamos a engañar, es que tú también preferirías dedicarte únicamente a escribir y dejarte de todas estas cosas. Lo sé, a mí también me pasa. Pero sabes que cada vez son más los autores que se disputan el tiempo y el dinero de los lectores y te has dado cuenta de que necesitas diferenciarte del resto para que opten por ti. No únicamente las editoriales y los autores sino el resto de públicos con los que interactúas.

Qué es el público del escritor

Lo primero que tienes que tener en cuenta es que, como escritor, eres un personaje público cuyas acciones impactan en los públicos que te rodean. Y tengo una noticia que puede ser buena y mala: no es necesario que interactúes con ellos directamente. Todo lo que escribes o dices en redes sociales bajo tu nombre o pseudónimo es un mensaje que puede llegarles, ya sea en su forma original o a través de comentarios o rumores de terceros, algunos con cierta mala leche, que por algo nos movemos en ese campo de flores amorosas (sí, es sarcasmo) que es internet. Y cada uno de estos mensajes es un fogonazo de información que les ayudará a crearse una imagen que construirá tu reputación a la larga, tal y como os conté en esta entrada (link).

Tú, como escritor, debes tomar el papel de relaciones públicas y analizar cuáles son tus públicos. Pero, para hacerlo, primero debes saber a qué me refiero cuando hablo de públicos:

El público es un grupo de personas con unas características determinadas y compartidas que les da unidad como, por ejemplo, tener los mismos intereses y afinidades

Definir el público para acertar en los mensajes

Como todo escritor actual, probablemente arañes tiempo de no se sabe dónde para poder escribir. Por eso, estarás pensando: ¿En serio, Carla? ¿Quieres que me comunique con la gente de manera distinta según quiénes sean? Pues sí. Eso es precisamente lo que quiero. Y tú también. Te voy a explicar por qué.

Una de las cosas más importantes a la hora de lanzar un mensaje es adaptarlo a los intereses y necesidades del público que va a recibirlo y, también, a las tuyas. No es lo mismo hablar, por ejemplo, con un grupo de lectores en general que con un grupo de personas que son lectores que son de tu género o con un grupo de personas que formen parte de una editorial. A los primeros, deberás convencerles de que el género en el que te mueves es bueno y que podría interesarles. A los segundos, deberás convencerles de que, dentro del género, tu novela les va a gustar. Y a los terceros, que vale la pena publicar tu obra porque es buena, y tú, también.

Como veis, el mensaje es muy similar pero no es exactamente el mismo. Por eso es necesario definir cuáles son tus públicos y qué quieres decirles.

¿Cuáles son los públicos del escritor? Públicos internos vs públicos externos

En relaciones públicas, se suelen clasificar a los públicos según si son internos o externos. La diferencia está en si se tiene una relación laboral con ellos o no. Si fueras una empresa, los públicos internos formarían parte de ella. Si fueran externos, estarían fuera de la estructura empresarial.

Apliquemos, pues, esta distinción a los públicos de los escritores.

Los públicos internos del escritor son aquellos que están implicados en la creación del producto final. Son quienes intervienen en el proceso que lleva el libro a su destino: la librería, ya sea física o digital.

  • Lectores cero/beta: Junto a ti, son las personas que mejor conocen la historia porque te ayudan a analizarla. Es necesario que confíes en sus aptitudes y, a poder ser, que sean lectores avezados que sepan hacer buenas críticas aunque duelan (tal como hablé en este artículo [link]). Es importante que entren pronto en la rueda de la creación porque, si tienes que cambiar algo gracias a sus consejos, no tendrás que enviar dos manuscritos al corrector.
  • Ilustrador/diseñador gráfico: Lo mío es la fantasía así que, cuando pienso en la portada, me vienen a la mente dibujos con acuarelas de lugares misteriosos llenos de luz y magia. Pero también podemos contar con un diseñador gráfico que nos haga la misma labor o complemente al ilustrador. Lo importante, sin duda, es que conozca bien la obra para que pueda trabajar en la portada que más se adecúe a su historia. Por eso, también, la comunicación debe ser fluida y no puedes perder la ocasión de pedir lo que quieres. Por otro lado, no olvides que tú eres escritor y, a menos que tengas conocimientos extensos de arte, etc., te recomiendo que sigas su consejo. Especialmente si tiene experiencia y te gusta su trabajo, que se supone que sí.
  • Maquetador: Lo pongo separado pero bien podría estar en el apartado anterior ya que, según cómo sea el tomo que quieres hacer, es posible que un diseñador gráfico tenga mucho que decir. De todas formas, todo lo expuesto en relación al ilustrador y al diseñador gráfico también funciona aquí.
  • Corrector de estilo y/o ortotipográfico: Es la persona que ayudará a dejar bonita tu novela. Su labor es completamente imprescindible, y vuestra relación debe ser clara, directa y respetuosa. Si eres corrector quizá no te hace falta otro profesional de lo tuyo para no entrar en una espiral de interpretaciones, tal como nos cuenta Gabriella Campbell (link) en el podcast “Las fases de corrección de una novela (link)” de Ana González Duque (link), pero, si no lo eres, más vale contar con uno bueno. Aunque sea caro. El resultado final merecerá la pena.
  • Editor/editoriales: ¿Ya tienes una editorial o un editor que quiere trabajar contigo? ¡Albricias! Has cumplido el sueño de muchos así que, cuídalo.

Los públicos externos no tienen que ver con la “fabricación” del libro pero sí con sus intereses y su conocimiento sobre ti porque influyen en tu trabajo. Además, estos públicos externos suelen ser lo suficiente amplios y diversos como para hacer segmentos según categorías. ¿A qué me refiero con esto? Piensa en los lectores, por ejemplo. Están aquellos que leen y, luego, los que leen tu género. Ya tienes un segmento. O las editoriales: las que publican de todo y las que publican tu género, sobre todo. Pues ahí tienes otro. De todas formas, ahora voy a tratar estos públicos en toda su extensión, sin hacer subgrupos.

  • Editoriales: Mandar un manuscrito a una editorial es como buscar trabajo. Igual que, para ir a hacer una entrevista, lo normal es preparar un buen currículum, meterse en la web de la empresa e investigar qué quieren y qué les puedes ofrecer, con las editoriales pasa exactamente lo mismo. De hecho, Editorial Cervero explica en este hilo cómo enviar y no enviar manuscritos a editoriales (link). Es, desde mi punto de vista, de lectura obligada y, desde aquí, les doy las gracias por estos tuits. Pero enviar un manuscrito no es lo único que debes hacer. Interactuar con las editoriales para que tu nombre les suene, asegurarte de que sepan que tienes un buen puñado de seguidores y mantenerte alejado de líos para que no vean en ti a una persona conflictiva que pueda meterlos en problemas, es también parte de tu tarea con ellos.
  • Escritores: Los escritores no son tu competencia, métetelo (metámonoslo) en la cabeza. Son tus compañeros y potenciales lectores. No olvides que un buen escritor es también un buen lector y, además, puedes aprender de ellos y de sus experiencias. Casi podrías considerarlos compañeros de trabajo si la labor del escritor no fuera tan solitaria (aunque divertida). Tener buena relación con ellos, dedicarles tiempo para saber qué les interesa y cómo puedes satisfacer ese interés, es capital.
  • Lectores: Supongo que ahora estás pensando: “Ay, Carla, ¡por fin llegas a lo que de verdad me importa!”. Sí, ya sé que los lectores son tu mayor interés. De hecho, para cualquier escritor, los lectores son su público estratégico. O, como dirían los relaciones públicas anglosajones, stakeholders. Bien. ¿Qué le interesa a tus lectores? ¿Qué puedes hacer por ellos para que lleguen a ti? Entérate de sus gustos y sus necesidades y satisfácelas. ¿Cómo? Investiga qué libros son similares a los tuyos y busca qué es lo que los lectores dicen sobre ellos de redes sociales: qué contenido comparten, qué discusiones empiezan, etc. Otra opción es a través de encuestas cualitativas (preguntas y respuestas que puedas analizar, como por ejemplo: ¿Qué te gusta de la fantasía épica? Desarrolla tu respuesta) o cuantitativas (con resultado que se pueda sumar: ¿Te gusta que mueran los protagonistas en la fantasía épica? ¿Sí o no?). Una vez conozcas sus intereses, no solo puedes aplicarlo a tus comunicaciones sino, también, a tu novela. Saber qué quiere tu lector estrella para dárselo es importante, dentro de un orden, que no te estoy diciendo que vendas tu alma de escritor para vender libros, ¿vale?
  • Líderes de opinión: Y llegamos a la guinda del pastel. Es muy importante llegar a los líderes de opinión, o influencers, que son aquellos que recomendarán tu libro a tus lectores y, quizá, tengan más audiencia que tú. Lo primero que debemos hacer es buscarlos. Hay un buen puñado de líderes de opinión literarios en Twitter o en Facebook (los famosos booktubers) así que supondría mucho trabajo que te dirijas a todos. Si quieres, puesde empezar por identificar a los que se sienten más cómodos en tu género y que, probablemente, tengan una audiencia afín. Después, preséntate  y anímales a que te lean. ¿Cómo? Este es casi el mismo trabajo que la editorial: mira qué les interesa y promete que se lo vas a dar. Pero si se lo prometes, hazlo, ¿eh? No hay nada peor que decirle a alguien que va a encontrar oro si lee tu libro y solo encuentra plata. Que sí, que la plata también mola pero no es lo que esperaban.

Conocerte a ti para conocer a tu público

Podría ahondar en cada uno de estos públicos pero, si lo hicera en este post, alguno me pediría ibuprofeno o una pistola al terminar de leer. En vez de eso, y a modo de conclusión, voy a hablar de lo realmente importante para llegar a tus públicos.

Debes conocerte. El primer paso en las comunicaciones con tu público es investigarte a ti mismo. Respóndete a estas preguntas:

  • ¿Qué escribes? Romántica, fantasía, ciencia ficción…
  • ¿En qué escritor conocido te fijas para seguir sus pasos? Todos los escritores tenemos en nuestro podio particular a una serie de escritores con quien nos gustaría codearnos. ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que hacen bien?
  • ¿Qué te diferencia de ese escritor famoso? Seguramente, tu crush literario lo haga todo bien pero quizá hay algo en lo que tú sobresales. ¿Qué es? Explícaselo a tu audiencia, con humildad, eso sí. No es necesario que vayas diciendo por ahí que Tolkien no sabía hacer Worldbuilding y tú sí.
  • ¿Cómo es tu público objetivo? Imagínatelo: ponle sexo, edad, nombre, aficiones. ¿Está casado o soltero? ¿Tiene hijos? ¿Cómo es su librería? ¿Lee en ebook o en papel? Ponerle un nombre e incluso cara hace más fácil que sepas cómo dirigirte a él. No será igual si tu lector típico se llama Maricarmen, tiene sesenta años y vive en una zona rural que si se llama Pablo, tiene 21 años y su pasatiempo favorito es jugar a videojuegos después de darse una vuelta por el centro de la ciudad. Identificarlo correctamente te ayudará a escoger tu voz de escritor en redes sociales (link).
  • ¿Dónde está tu público? ¿Cómo puedes llegar a él? ¿Por internet o en la vida real? Si está en Internet, ¿qué plataformas usa más? ¿es más de Youtube o de Facebook? ¿Quizá de Twitter? Esté donde esté, tú tienes que estar.
  • ¿Como te comunicas con él? ¿Puedes mejorar? Mira qué cosas tienen más impacto (vídeos, imágenes, hilos de tuits) e incorpóralas a tu plan de comunicación.
  • ¿Qué quieres conseguir? Bien, parece fácil responder a esta respuesta, pero no lo es tanto. Sobre todo porque, a menudo, nos ponemos objetivos poco precisos e, incluso, demasiado amplios. Para definir un objetivo, debemos estar seguros de que es algo alcanzable, con un tiempo limitado y medible. “Quiero conseguir lectores”, por ejemplo, es un mal objetivo. Falta cosas por responder: ¿Cuántos? ¿En cuánto tiempo? En cambio, definir “Quiero conseguir veinte lectores de mi género en seis meses” especifica qué quieres, cómo y en qué tiempo. Solo si definimos correctamente las metas y los objetivos, podremos saber qué debemos hacer para conseguirlos. Pero eso lo veremos en el siguiente post.

Dando respuesta a estas preguntas sabrás qué tipo de mensaje quieres transmitir, cómo, cuándo y a quién. Sí, es un trabajazo. Pero ya que vas a hacerlo de todas formas, mejor hacerlo bien, ¿no?

Imagen de Yvette de Wit (link) en Unsplash (link)